viernes, 27 de noviembre de 2020

RESENTIMIENTO

 


Es una tendencia natural del género humano buscar argumentos para su “expiación” (o bien decir: encontrar culpables a las cosas que les suceden). Un poquitín de extra punición, como diría un buen psicólogo, se convierte muchas veces en una medida necesaria para proteger nuestro ego y contribuir moderadamente a nuestra salud mental.

 

El problema (como en casi todas las cosas) es la desmesura y la costumbre perversa que adquieren muchos sujetos de estar buscando siempre un culpable de las cosas que le pasan, eludiendo la más mínima cuota de responsabilidad sobre ellas.

 

Así, estas personas, terminan adoptando una visión conspirativa de su propia historia personal, en la que parecería que el resto del universo se ha puesto de acuerdo para arruinarle su felicidad.

 

Partiendo de “mis padres no me brindaron…” a “esta sociedad desalmada…”, con rápidos pasajes por “este país que tenemos” y hasta “la basura del mundo de hoy”, hasta las deidades más menores del Olimpo parecen haberse puesto en su contra, ingresando en un círculo vicioso y auto destructivo que veda cualquier posibilidad de progreso y superación personal.

 

La angustia y el desánimo se convierten en bronca, detrás de una quimérica idea de la justicia y el individuo se convierte sencillamente en un resentido, envenenando su alma y contaminando todo lo que lo rodea.

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