jueves, 30 de julio de 2020


CONFIANZA

El ser humano está hecho para vivir en comunidad. Por una cuestión básica de supervivencia, pero también para asegurar nuestra sanidad emocional, necesitamos de los otros: somos animales esencialmente cooperativos.

El fundamento básico de la cooperación y, por supuesto también, del establecimiento de cualquier tipo de vínculo entre las personas tiene que ver con la posibilidad de establecer lazos de confianza.

La confianza implica creer en el otro y ser a la vez capaces de ser creíbles para él, ser sinceros y que nos vean de esa manera y hacer de esto una conducta recíproca.

Nada es posible de lograr sin “un otro” y jamás lograremos un acompañamiento comprometido si no existe confianza (en la pareja, en la familia, con las amistades, en el trabajo o en la empresa).

La confianza es un valor absoluto que no admite escalas. Muchas personas utilizan a menudo expresiones tales como “poca” o “mucha” confianza y creo sinceramente que este tipo de construcciones son realmente equívocas y engañosas: la confianza se tiene o no se tiene, se inspira en el otro o no… No hay pasos intermedios que sean veraces.

¡Qué difícil que les resultará a muchos darle un sentido práctico a la dimensión de estas palabras!: Vamos – dirán- ¿Qué es eso de estar confiando de la nada en cualquier desconocido?... En todo caso, que se lo ganen!

Yo creo que, ante todo, es un problema de actitud frente a la vida: hay personas que, efectivamente, encaran su relación con el resto desde la desconfianza. Se mantienen distantes y reservadas, cuidándose al extremo de tempranos compromisos, todos para ellos son hostiles y en todo caso en algún momento bajaremos las defensas (algunos las sostienen durante toda su vida: los resentidos que viven “peleados con la vida”).

Otros, en cambio, eligen confiar y son capaces de desarrollar un alto grado de tolerancia para recuperarse de los desengaños, pues entienden que de eso se trata la “aventura de vivir”.

Los primeros, seguramente evitaran muchas traiciones y sinsabores, pero también es cierto que se perderán muchas oportunidades de conocer en profundidad a otros, ganarse su afecto y sincero compromiso.

Los segundos, es posible que tengan un grado superior de decepciones, pero estoy convencido que se compensarán con creces para la cantidad y calidad de vínculos profundos que serán capaces de entablar en todos los ámbitos.

Decididamente, elijo confiar… y creo que es uno de los mejores consejos que puedo darte.


PROXIMAMENTE, A TRAVES DE LA UNIVERSIDAD ABIERTA INTERAMERICANA
(informes e inscripción en la página de la Universidad)


CENTRO DE ESTUDIOS PARA EL DESARROLLO DEL LIDERAZGO
Escuela Argentina de Negocios (EAN)

Director: Dr. Fernando Grosso

El Centro de Estudios para el Desarrollo del Liderazgo (CEDELI) es una unidad de investigación, transferencia y formación de recursos humanos especializada en temáticas de liderazgo, desarrollo de equipos y superación personal que tiene por finalidad central el estudio de la formación y desarrollo de personas para el desempeño de roles de conducción en el ámbito empresario, sector público y la sociedad civil.

Desarrolla su actividad a partir de múltiples actividades que comprenden:
·         FORMACION: mediante el desarrollo de curso, conferencias, seminarios y diplomados especiales dirigidos tanto a la comunidad interna de EAN como a público en general
·         INVESTIGACION: a partir de la formación de grupos de estudio, seminarios especiales para la formación de becarios y el desarrollo d eproyectos de investigación aplicada sobre la materia.
·         TRANSFERENCIA: brindando servicios de asistencia técnica y capacitación para empresas, organizaciones de la sociedad civil y reparticiones gubernamentales. Ofrece también servicios de coaching y mentoring para profesionales y emprendedores.
·         DIVULGACION: generando publicaciones en distintos medios a través de artículos, columnas de opinión y diversos proyectos editoriales. Cuenta también con un blog de intercambio y foros de debate.

Por sobre todo, se constituye en un espacio referencial abierto a la participación de todo aquel individuo con inquietudes en torno a su propia superación como profesional y como persona.


viernes, 24 de julio de 2020

Curso de Capacitación


Desarrollo de Equipos


Los 5 principios esenciales para la
formación de un gran equipo


por Fernando Grosso (*)


Es probable que una de las ideas que más moviliza a las empresas en el presente sea el “trabajo en equipo”. Al menos, en el marco de nuestra actividad profesional se ha convertido en los últimos tiempos en una de las cuestiones que más consultas genera por parte de ejecutivos de organizaciones de las más variadas actividades, tamaños y espacios de acción.

Con una inobjetable buena prensa a favor y enmarcado en un discurso “socialmente aceptable” y hasta admirado en los ámbitos empresarios y profesionales, la idea de la formación y el desarrollo de equipos de trabajo parecen convertirse en la nueva panacea del management moderno que paulatinamente va desterrando la figura del “gerente-estrella” como supremo constructor de destinos de grandeza competitiva.

Sin embargo, en el marco del entusiasmo que irradian las salas de directorio y los discursos fervorosos de quienes dicen haberse reencontrado con una renovada esencia de la expansión del capital humano, la realidad cotidiana (sobre todo aquella que enfrentan mandos medios y gerentes de pequeñas y medianas empresas) muestra una contracara: en la práctica, la formación de equipos de trabajo verdaderamente consolidados representa un desafío de difícil resolución.

Más allá de esfuerzos voluntariosos –y otros ni siquiera eso- parecería que forjar un espíritu auténticamente cooperativo en las operaciones cotidianas termina siendo más una expresión de deseos que una realidad tangible.

Son muchos los factores que inciden sobre esta realidad, el más claro sin lugar a dudas es la impaciencia con la que muchos gerentes se movilizan en torno a estos objetivos y los prematuros abandonos que la tarea de trabajar en el desarrollo del equipo arroja como consecuencia: Formar un gran equipo, no es tarea de unos días o de estímulos aislados que se generan en los “ratos libres”. Es una actividad de tiempo completo que debe desarrollarse en forma artesanal durante un largo periodo.

Lamento, en este sentido, la decepción que estas últimas palabras puedan generar en el lector, más si aún considera que vale la pena hacer el esfuerzo de comenzar a diseñar la arquitectura de un equipo exitoso (puedo asegurarle que losresultados que obtendrá a partir de un equipo consolidado compensarán con creces el esfuerzo), quiero proporcionarle algunos principios esenciales que le permitirán colocar cimientos firmes sobre los que se edificará un verdadero GRAN EQUIPO.

Primer Principio: NO SE FORMA UN GRAN EQUIPO SINO A TRAVES DE INDIVIDUOS PREDISPUESTOS A HACERLO

La constitución de un gran equipo nunca es en sus inicios un fenómeno “espontáneamente colectivo”, el trabajo inicial se desarrolla sobre los individuos, en la transformación de su modelo mental y en el fortalecimiento de su autoconfianza: en general quienes más resistencia presentan a trabajar en equipo son las personas inseguras que temen que su individualidad quede subordinada a los designios del resto.

La seguridad personal de u individuo en su puesto de trabajo –y a partir de allí su disposición cooperativa- depende esencialmente de un conjunto de elementos respecto de los cuales la gerencia tiene que convertirse en el principal garante:
-          La asignación de tareas que permitan a las personas poder emplear sus mayores capacidades (dejar de pensar en términos de las debilidades de cada uno y concentrarse fuertemente en los puntos fuertes, haciendo sentir a cada individuo en alguien importante a partir de sus condiciones)
-          La inspiración de las personas a partir de una mirada de largo plazo que les permita visualizar su crecimiento y progreso personal (las personas necesitan sentirse protagonistas de una historia desafiante, no meros actores de reparto de la rutina cotidiana)
-          El compromiso cierto de la empresa (encarnado en la actitud de sus gerentes) de comprometerse plenamente con el cumplimiento de los proyectos y las metas personales de cada individuo. Las personas no se involucran cuando sienten que sus sueños quedan subordinados al sueño de otros (por ejemplo, grandes definiciones de visiones corporativas vacías de significado para el individuo común), sino cuando entienden que la mejor forma de realizar sus proyectos es ayudando a otros a realizar los suyos.


Segundo Principio: NO HAY EQUIPO SIN UN LIDERAZGO SÓLIDO Y COMPROMETIDO CON EL CONJUNTO

Todo gran equipo parte de la figura de un gran líder, alguien profundamente comprometido con las personas tanto individualmente como en forma colectiva. La carencia de un líder sólido a la larga termina disgregando a las personas y permitiendo la aparición de intereses contrapuestos, luchas de poder y mezquindades.

La labor del líder no es totalitaria, pero si totalizadora. Su conducta marca el rumbo, su acción cotidiana debe concentrarse en la motivación de los individuos, el fortalecimiento de las relaciones y una permanente dedicación a la promoción del desarrollo integral de las personas (y esta claro, que al decir esto no me refiero solamente a sus “competencias laborales”)

Por otra parte, un verdadero equipo cultiva como un principio esencial una lealtad a toda prueba entre sus integrantes y esa lealtad comienza a construirse a partir de la lealtad de los individuos hacia su líder.


Tercer Principio: NO HAY EQUIPO SIN SÓLIDOS VALORES COMPARTIDOS

Se dice con acierto que un fundamento esencial de un equipo es la existencia de una “visión compartida”, pero para llegar a esta idea de un destino común, debe previamente construirse un sistema de creencias y principios de conducta compartidos por todos los integrantes.

Nuevamente aquí vuelve a ser decisiva la figura del líder, puesto que es a él a quien corresponde la indelegable labor de instalar dichos valores.

Los valores a instalar para conformar un auténtico equipo (confianza, espíritu cooperativo, lealtad, humildad, etc.) no se declaman –obviamente, no es una cuestión de “discursos”-: se vivencian y se transmiten en prácticas cotidianas, simples pero elocuentes, repetidas en el tiempo. Los equipos adquieren los valores que sus conductores demuestran en su accionar cotidiano.


Cuarto Principio: NO HAY UN GRAN EQUIPO SIN PROFUNDOS VINCULOS ENTRE SUS INTEGRANTES

Una gran paradoja: los grandes equipos de trabajo no se construyen desde el plano laboral, sino más bien desde lo “extralaboral”. Las personas construyen fuertes relaciones cooperativas, cuando comienzan a construirse entre ellas lo que llamamos “adhesivos sociales”, es decir afinidades que hacen a su vida integral y no solamente al “espacio de la oficina”.

Muchos creen que esto es algo que es prescindible e inclusive algunos creen hasta peligroso que se genere un ambiente realmente amigable entre las personas. No existe postura más equivocada: solamente cuando las personas se sienten a gusto con el entorno social en el que se mueven se comprometen a dar lo mejor de sí y ayudar a que los otros también lo hagan.

Un gran equipo funciona más por las emociones que por la razón fría, sobre todo en la adversidad.

El impulso genuino de actividades que permitan que las personas confraternicen entre ellas y desarrollen una verdadera red afectiva se constituye en un refuerzo de suma importancia para la consolidación de los valores y la visión compartida.




Quinto Principio: NO HAY UN GRAN EQUIPO SIN MISTICA

Por último, una característica distintiva de un gran equipo es la existencia de un profundo sentido de logro arraigado en cada uno de sus integrantes y la convicción que la unidad y el esfuerzo compartido es capaz de superar cualquier obstáculo que se interponga.

Ese efecto mágico que llamamos “mística” (etimológicamente: algo destinado a unirse a lo superior) o más corrientemente “mentalidad ganadora”, no es otra cosa que un exacerbado sentido de pertenencia reforzado en forma permanente a partir de verdaderos rituales compartidos y símbolos que nos recuerdan que “somos especiales”, que somos capaces de lograr lo que nos proponemos.

La construcción de la mística de un equipo es un proceso que se genera mediante un proceso bastante similar al que describíamos en el apartado anterior: la reiteración de comportamientos positivos, la permanente evocación del éxito  alcanzado, la alimentación de la autoestima individual y grupal, genera un entusiasmo colectivo que guía al equipo a nuevas realizaciones construyendo así un círculo virtuoso que paulatinamente se va “convirtiendo en leyenda”, reforzándola inspiración de las personas y movilizando lo más profundo de sus energías.


El conformación de un gran equipo, en definitiva, no debe verse nunca como una misión que solo pueden encarar solo unos “pocos elegidos”, ni tampoco como una empresa que requiere del concurso de personas extraordinarias.

Si es en cambio, una tarea metódica que depende del compromiso y la disciplina de un conductor que se asuma a sí mismo como un verdadero líder, que apueste al talento de las personas y a su inagotable capacidad de ir siempre un paso más allá... Que esto se trata ante todo de una creencia? Por supuesto, de eso estábamos hablando: No es casual que las palabras “creer” y “crear” tengan la misma raíz. En los momentos de mayor adversidad, cuando su escepticismo lo invite a abandonar la tarea, mire simplemente alrededor y recuerde que todo lo tangible que lo rodea, alguna vez fue simplemente una creencia.


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viernes, 17 de julio de 2020

Reflexiones: Libertad Esencial


LIBERTAD ESENCIAL

Peligrosas ideologías en las distintas épocas han pugnado por hacernos creer que el hombre es irremediablemente un “esclavo del sistema”, que nada puede hacer para auto determinarse frente a un conjunto de “oscuros poderes” que lo dominan y hacen de su libertad un sueño quimérico.

No importa si el sustrato de estas miradas es político, religioso o cultural, en definitiva su efecto es el mismo: anular el poder de la voluntad, lesionar seriamente la autoestima y convertir al individuo en tierra fértil para la acción de los manipuladores.

Parece obvio, pero la asimilación de éste credo no solamente domestica el compromiso social de las personas sino también, lo que termina siendo mucho más grave aún, anula la capacidad de emprendimiento individual: quien cree que nada puede hacer frente al dominio de otros… efectivamente nada hace.

Somos seres sociales, necesitamos vivir en comunidad, nos organizamos y creamos condiciones de convivencia con los otros mediante distintos mecanismos y somos regidos por creencias y valores propios de nuestra individualidad y también del entorno comunitario que nos contiene.

La vida en sociedad conlleva lógicas restricciones que aceptamos para poder integrar el cuerpo social y que establecen renuncias explícitas a nuestro libre albedrío.

También es cierto que en muchas circunstancias deberemos atravesar momento aciagos en los que el dominio de otros se vuelve opresor

Y hasta inclusive, también podría apuntarse que en muchas circunstancias nos vemos doblegados por el propio devenir de finas causalidades que escapan a nuestra comprensión y bien podríamos registrar en la columna de aquello que llamamos “destino”.

Pero ni aún en las peores circunstancias, cuando nada parezca poder ser controlable, podemos renunciar a nuestra libertad esencial, aquella que brinda la real naturaleza de nuestra humanidad: nuestra conciencia.

La libertad de conciencia y la acción que se desprende de ella es el último e irrenunciable reducto de nuestra esencia vital: no podemos evitar que la vida nos enfrente a momentos críticos e inevitables conflictos (muchos de ellos originados en el accionar de otros) pero siempre tendremos la elección de decidir qué hacer frente a esas circunstancias.

No es un elemento menor la firme creencia en nuestra libertad esencial, en nuestra capacidad para poder enfrentar las vicisitudes de la vida y poder actuar frente a ellas con decisión y valorizando nuestra autonomía: siempre es una falacia atroz refugiarse en la idea de que “nada puede hacerse”.

Sentirse dueño de las pequeñas elecciones que realizamos cada día es mucho más que un simple artificio intelectual para sentirnos mejor. Es una base esencial para poder edificar un camino de permanente superación personal.




Servicios

Think Lab: un modelo de asistencia para el desarrollo emprendedor


viernes, 10 de julio de 2020

Reflexiones: Aprendizaje


APRENDIZAJE

Empecemos con una obviedad: aprender no es acumular información… El aprendizaje es el proceso mediante el cual adquirimos conocimientos reales, desarrollamos habilidades a partir de ellos y cultivamos aquellas actitudes que nos permitirán mejorarnos como personas y poder proyectarnos hacia fines superiores.

El aprendizaje es la raíz de la evolución y el progreso personal en todas las facetas de la vida y es un camino claramente delineado para transitar en la búsqueda de aquello que solemos llamar “felicidad”.

Podemos aprender mediante el estudio formal, pero invariablemente el mismo solo nos será útil si lo nutrimos de la cuota necesaria de vivencias que permitan forjar nuestro carácter.

Aprender nos hace crecer como personas y un beneficio adicional de ello es que, si somos lo suficientemente sabios, eso también ayudará al crecimiento de quienes tenemos alrededor.

La buena noticia, es que somos seres intrínsecamente preparados desde nuestra misma concepción para encaminarnos en esta maravillosa senda. Si permiten  alumbrar un bizarro neologismo “somos bichos aprendedores”…

Claro, para que esto ocurra y podamos aprovechar el inmenso potencial que esta condición natural nos brinda, debemos poner nuestro esfuerzo para superar otro impulso interior, también natural, que nos limita recortando muchas veces nuestras posibilidades de aprender (una nueva paradoja de esa curiosa constitución que tiene nuestra humanidad).

Para aprender algo, necesariamente hay que “moverse” y con la misma fuerza y en permanente disputa, en nuestro interior anidan fuerzas que nos impulsan al mismo tiempo a generar ese movimiento, pero también a “quedarnos quietos”.

Nuestros miedos, son los cabales representantes de estos últimos impulsos, componentes esenciales de nuestra supervivencia por su rol protector, van formando una armadura que nos resguarda de muchas de las amenazas del mundo exterior, pero que también nos impide muchas veces crear oportunidades para nuestro progreso, manteniéndonos en una “zona de comodidad”.

Esa  permanente tensión interior entre nuestros miedos y los impulsos de cambio constituye aquello que habitualmente denominamos “crisis”.

Nuestras crisis no son otra cosa que aquellos momentos de extrema angustia que afrontamos en ocasiones en las que nuestro estado actual no nos satisface plenamente, pero aquellas cosas que imaginamos que podrán modificar dicho estado, nos resultan demasiado atemorizantes por los riesgos que creemos que implican.

A la larga esta situación nos paraliza y los términos de la misma tienden a exacerbarse: la insatisfacción actual es cada vez mayor y los riesgos del cambio se ven cada vez más grandes, con lo cual la angustia se acrecienta.

Solamente cuando somos capaces de romper el equilibrio entre ambas sensaciones, podemos decir que “superamos la crisis” y, en definitiva, que hemos aprendido.

A todos nos disgusta esa sensación de tener que afrontar una crisis. Y, de nuevo tenemos aquí “buenas y malas noticias”… Empecemos en este caso por las últimas: la vida del ser humano es una permanente sucesión de crisis: nacer es un momento crítico y morir también, todo lo que ocurre en el medio está jalonado de este tipo de situaciones y las necesidades de superación de ellas (por desagradable que sea). Eso se llama “crecer”…

La buena noticia, y valga como dulce contrasentido, es exactamente la misma: la vida es una permanente sucesión de crisis, ese es el gran desafío y la maravillosa aventura, que un fino entendimiento nos permitirá en definitiva llegar a disfrutar.

Tal vez esa es una de las principales bases de la comprensión profunda del hombre sabio.

Redes: también en Facebook


Reflexiones: Autonomía y Motivación


Autonomía y Motivación... El sentido de un liderazgo verdadero en momentos de crisis

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sábado, 4 de julio de 2020


¿QUIEN SOY?


Fernando Grosso,
Es especialista en liderazgo, desarrollo de equipos y superación personal.

Doctor en Ciencias de la Dirección Empresaria, con orientación en Psicología Organizacional (ISDE), Master in Business Administration (IDIU), Especialista en Estrategia Empresaria  (UNLZ) y Licenciado en Administración (UNLZ).

Ha ocupado posiciones directivas y gerenciales en empresas nacionales y multinacionales, así como en espacios del sector público y organizaciones no gubernamentales.

Como consultor de empresas ha actuado con más de ochenta organizaciones del sector público y privado en Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay asesorando en cuestiones vinculadas a la formación de líderes, el desarrollo de procesos de innovación, productividad y transformaciones culturales.

Cuenta con más de 25 años en la gestión universitaria. Actualmente se desempeña como Decano de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Abierta Interamericana (UAI)

Profesor universitario de grado y posgrado e investigador, se ha desempeñado en distintas universidades del país y del exterior

Reconocido conferenciante internacional, ha disertado en más de trescientos cincuenta cursos, seminarios y conferencias en instituciones académicas, profesionales y empresas.

Es autor de dieciocho libros y ha publicado más de setenta artículos en revistas empresarias y científicas

Fundador y Director General de “Cultura Alfa – Liderazgo y Superación Personal” organización de servicios dedicada a la formación de líderes empresarios, políticos, sociales, deportivos y profesionales de distintas especialidades.

Es miembro consultivo de la Asociación Iberoamericana de Management (AIM), miembro honorario del Comité Académico del Centro de Estudios para el Desarrollo Empresario (CEDEM), Socio Honorario de The World Business Forum y Presidente en ejercicio del Club de Aprendizaje Colaborativo (CAC).

Artista marcial, entrenador deportivo y ajedrecista vocacional, tiene su residencia permanente en la República Argentina, tiene 56 años y es padre de cuatro hijos.



BIENVENIDOS

Este es un espacio de reflexión e intercambio de ideas sobre liderazgo, desarrollo de equipos y superación personal. Espero que podamos compartir experiencias y construir juntos nuevas líneas de acción para la formación de mejores líderes