DESAFIOS
No
hay peor muerte en vida que la que se propina a sí mismo aquel que ha
renunciado a imponerse cada día nuevos desafíos.
Desafiarnos
es poner a prueba nuestro carácter en la demostración cabal que siempre somos
capaces de dar más por aquello en lo que estamos comprometidos: nuestro
trabajo, nuestra profesión, nuestra familia, nuestra comunidad.
Muchos
en algún momento deciden (a veces me pregunto como consecuencia de que
mecanismo de lenta autodestrucción) simplemente dejar “pasar la vida” dejando
que las cosas sencillamente sucedan y de esta manera van ingresando en un
circulo perverso de autolimitación.
Plantearnos
cada vez nuevos desafíos es honrar nuestra naturaleza y ponernos de cara al
porvenir, aprovechar nuestro potencial y sentar un ejemplo para todos aquellos
que nos rodean, que es en definitiva la mejor forma de trascender.
Levantarse
cada día con la idea de poder ser un poco mejor en algo de lo que ya hacemos,
ponerse una meta que para otros pudiera sonar incansable, superar los fracasos
con entereza y pensar de qué manera sobrellevaremos ese obstáculo que hoy se
nos presentó insalvable.
Muchas
veces, aparecen en nuestra vida inmensos peñones que se presentan
inconquistables, alturas aterradoras que una y otra vez frustrarán nuestro
ascenso. Pero eso no debe preocuparnos: la más elevada montaña ya ha alcanzado
su estatura, nosotros siempre podemos seguir creciendo… Pero solamente, si
somos capaces de proponérnoslo.
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